Hace frío, como la primera vez que estuve frente a Notre-Dâme. Ha pasado tanto tiempo y han sucedido tantas cosas que entonces nos parecían casi imposibles. La ruptura de todo; se evaporó la magia o lo que tú llamabas vulgarmente "sentimiento recíproco"... tu reciprocidad fue pobre, nunca supiste leer entre mis líneas.
Fue duro, te lo había dicho en el metro, la mañana del último día y en el aeropuerto... te importó tan poco, tenías tan poco tiempo para ello, que finalmente ganó la desidia; la misma que hoy te empuja a recordarme y a remorder tu dejadez.
¡Oh, París! Qué ganas de volver a tí, a recorrerte, reconocer tus rincones, tu olor, tus mundos... ¡oh, París!
No hay comentarios:
Publicar un comentario