Da igual la distancia, siempre cede mi fuerza al sonido de tu voz, a tus palabras envenenadas que alteran mi sangre.
Y yo siempre estoy deseando que me invada tu presencia, no puedo dejar de mirarte por mucho tiempo, y lo único que deseo es que el susurro de tus silencios sea mi nana de cada noche.
No puede dejar de dependerte mi corazón, no puede dejar de pensarte mi mente, ni puede dejar de nombrarte en silencio mi alma, por eso tu nombre resuena en todos los rincones de mi ser.
Si no verte, no mirarte y no pensarte era el único antídoto, ¿por qué no lo tomé? ...tal vez sea porque mi corazón va por libre, se desentiende de mí, y sólo sabe desear lo que de forma humana me hiere, pero él no lo entiende así; mi corazón siente sin prejuicios, sin dudas, sin temores... tu corazón está encarcelado dentro de tí, atrapado en las tinieblas de tus miedos, nunca sale, nunca se tropieza con el mío.
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