Ya no consigo ni dormir bien, doy vueltas y más vueltas en el maldito colchón que me está destrozando la espalda, y así me pueden dar las tantas.
Me agota mi propia mente, que tampoco cesa en su revoloteo constante. Me agota el tiempo restante en este lugar; quiero hacer tantas cosas antes de partir... pero, sobre todo, quiero ir ya y no pensar en volver más.
Creo que se me ha insertado un veneno de tanto dolor y no me deja distinguir lo bueno de lo malo.
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