FELIZ

¿Se puede ser feliz con poco? ¡Sí! Y también sin apenas nada.
Basta sentir el abrazo sincero de un amigo, ver su sonrisa después de mucho tiempo y la emoción de su mirada.

Gracias a mis amigos por existir.

Volver y revolver

Malditas palabras que brotaron cuando no era el momento, sólo una ebullición incontrolada.
Maldito repicar de silencios para ahora volver y revolverlo todo, sin derecho.
Maldito el destino que traza inconsciente las vías de cada uno de nosotros, sin apenas acierto, sin coherencia.

Son los recuerdos que dormían en el umbral del olvido los que ahora despiertan endemoniados por la repentina visión.

Y la esperanza huida, la última que quedaba, vuelve y retoma su rol: volver y revolver.

¿Qué te quieres ir?

Parto, y sabes que al hacerlo se me desgarra el alma porque sé de tus deseos últimos, sé que te quieres ir para siempre de aquí, de este mundo, y eso, sólo de imaginarlo, me mata... Sí, a mí también me puede la vida; tal vez sin nosotros saberlo seamos almas gemelas sin consuelo.

Te quieres ir, y duele saber que cuando manifiestas tal pretensión lo haces guiado por tus demonios, que nunca te han abandanado. Te quieres ir y pretendes que yo sí pueda soportarlo.

¡No quiero ser fuerte, no quiero ser nada! Sin tí este mundo dejaría de existir para mí, porque siempre desearé ir allí donde tú te encuentres... ya lo ves, tú no soportas vivir así, yo no soportaría vivir sin tí.

¿Volveremos a vernos?

Mi polivalencia...

¡Se agota! Poque todo carácter fuerte sufre alguna vez a lo largo de su complicada existencia un revés emocional y se agota; como puede sucederle al aire que queremos respirar en un espacio reducido.

Mi aire tampoco abunda, mi aire se contamina con idas y venidas cada vez más frecuentes al infinito; y mi alma vuelve a virar, me observa y murmura para sí lo que piensa de mí; yo no me atrevo a contrariarla porque considero que ya es un privilegio porder tenerla y, además, verla.

Los días y las noches se agotaron también, desbordados por su hastiosa rutina horaria, y decidieron no volver nunca más... sólo me dejan su "morning mood" a modo de recuerdo imborrable.

La vida pasa, casi imperceptible, por sí misma, y está en el aire, a veces escaso, que insufla almas veneradas.

Todo del revés

"Ausente"; he estado así todo este tiempo. Empeñando el corázón en apuestas inseguras que he perdido, pero sobrevivo. Intentando ver la luz, la que suelen decir que existe al final del túnel, pero yo aún no la atisbo.

Tal vez Murakami no fuera lo peor sino todo lo contrario, otra lección aprendida: Un libro no me puede hacer daño, un ser humano, desgraciadamente, sí.
Tenía una esperanza, original asidero de última hora, pero ésta se evaporó transformándose en realidad. Tal vez sea mejor no esperar nada de quien nada tiene en el alma.
Y en estos momentos se cierra una etapa de dos años que nunca pensé que tendría un final como este. Heridas graves infringidas por desconocidos, heridos graves que no quieren ser ayudados y un viaje al origen de todo.